La cultura ecologista se abre paso cada vez más en todos los sectores: desde la propia agricultura hasta la industria textil. Y en la arquitectura no podría pasar lo contrario. Habitualmente, se asocia la contaminación con los vehículos, los residuos no reciclados y los vertidos de las fábricas. Sin embargo, en la construcción se consumen muchos recursos naturales como la madera, el agua o los minerales; así como el uso de energías no renovables. La edificación es necesaria, pero se puede realizar con un menor impacto medioambiental, por ese motivo en los últimos años se habla bastante de la arquitectura sustentable.
Esta vertiente de la arquitectura tiene como principal objetivo reducir el impacto negativo sobre la naturaleza en el proceso de construcción y mejorar la habitabilidad y la salud ambiental para su uso. Para conseguir esto se tiene en cuenta el entorno donde se va a ubicar el nuevo inmueble, obteniendo el máximo provecho sin dañar el ecosistema. También se presta atención en el uso de las energías renovables, que se emplearán, dentro de las posibilidades, tanto en el proceso de diseño y construcción como en el de consumo cuando se habite el edificio.
Pero lo que ha marcado una revolución es la aparición de materiales que hacen posible la arquitectura sostenible. Gracias al trabajo de investigadores, científicos y empresas con filosofía ecologista hoy en
día existen formas de iniciar una nueva obra con elementos reciclados o con un bajo impacto medioambiental. Estos son algunos de esos materiales:
El PET (tereftalato de polietileno) es el plástico con el que se fabrican las botellas. Cuando su tiempo de uso ya se ha agotado y se desecha, se convierte en uno de los residuos más contaminantes del planeta, ya que tarda siglos en descomponerse. Por esa razón, se le ha dado una nueva vida a este material transformándolo en paneles y azulejos resistentes que son bastante eficaces en cuanto a aislamiento térmico y acústico. Es una alternativa muy saludable, ya que, según se estima, cada edificación realizada con PET reciclado supondría el aprovechamiento de unas 4.000 botellas de plástico.
El vidrio reciclado es un producto cuya fabricación no contamina demasiado. Si se puede reciclar el vidrio que ya ha sido utilizado, la corrupción del medio será casi inexistente. Con este material se logra la elaboración de nuevas ventanas, tragaluces, paredes o incluso recubrimiento para muebles. Además, su uso fomenta el aprovechamiento de la luz natural.
El adobe ha sido el material principal de las construcciones desde hace miles de años. Sin embargo, se dejó de utilizar en las grandes civilizaciones porque, al ser un material barato, se asociaba a edificios de poca calidad. No obstante, el adobe se está volviendo a utilizar, ha resurgido como un producto de la tierra (formado por arcilla, arena y paja) con unas propiedades óptimas para la construcción: es abundante, duradero, regula la temperatura y la humedad y no es inflamable. Claro que el acabado puede ser bastante irregular, pero, por suerte, hemos avanzado y ahora el adobe se presenta en forma de ladrillo.
Y para un buen acabado, es imprescindible una buena pintura. Aquí también ha llegado el ecologismo y se han desarrollado pinturas “caseras” que no precisan de ningún proceso industrial. Como si de una receta se tratara, esta pintura se obtiene con leche, cal, arcilla y pigmentos minerales. Se trata de un barniz duradero, biodegradable y libre de toxicidad que lo hace perfecto para poner color en los interiores.